Plaza La Luz.
Al llegar al parque
en pleno centro de Monterrey, nos sentamos en una banca verde, bajo el cielo
crepuscular. Fuimos acariciados por un viento tibio, a la espera de un
concierto musical público. Mientras los organizadores se acomodaban, los espectadores
hacían lo propio. Compramos nieve con chamoy. Nos encontramos con nuestras
amigas y los niños se fueron a conocer a los perros que paseaban con sus
dueños. Alonso entrevistó a tres gentiles amos y acarició a más de cinco
perros, para conocer las acciones necesarias sobre el cuidado de un perro. Iker
les tiene miedo a los perros, pero siguió a su hermano con absoluto control de
sus emociones. Camila y Lía, nuestras amigas, sí tienen una perrita en su casa,
así que ayudaron a crear vínculos de confianza entre mis hijos y los perros. Distraída
con los perros y con que los niños no se alejarán demasiado, me perdía del
espectáculo del parque.
La Plaza La Luz,
es un parque urbano creado para ofrecer un lugar de descanso para los empleados
de la creciente industria, cerca de la ciudad, desde principios del siglo XX.
El parque surgió como un espacio natural para liberar a la gente del humo de
las fábricas, gracias a sus sabinos y encinos centenarios. El parque tiene su trazo
arquitectónico alrededor de una fuente seca, con un monumento central dedicado
a la luz de la educación. Tiene un pedestal sobre el que se elevan las rígidas estatuas
doradas de una profesora y su estudiante. Alrededor del pedestal hay relieves y
una frase del regiomontano Moisés Sáenz, creador de la educación secundaria en
México. La frase está deteriorada y casi no se lee. Otra frase de Sáenz decía
que las cuestiones de la educación eran; cómo conservar la vida, cómo ganarse
la vida, cómo formar una familia y cómo gozar de la vida. Esta última es la que
resolvíamos en el parque, cuando el músico de blues Fonzeca, anunció el
programa que arrancó con el rockabilly del grupo Old Chiles. De inmediato se
levantaron los espontáneos a bailar. Una maestra de arte, hacía pintura con los
niños. La obra producida se expuso pendiente de los árboles. Regalaron plantas
y libros. Yo recibí un número de la revista Armas y Letras que edita la UANL.
Me encantó encontrar ahí la poesía de Constantino Cavafis: “Cuando emprendas el
viaje rumbo a Ítaca ruega que sea muy largo tu camino y abunde en aventuras y
experiencias”.
El concierto siguió
con el grupo WARA, rockeros por siempre, dijeron que estuvimos ahí para
celebrar la vida y que era una convivencia sagrada. Celebramos el 5º Festival
de la Tierra, organizado por el colectivo La Bola y los artistas invitados están
recuperando los parques y la naturaleza amenazados. El parque fue un estupendo
lugar para reconocer el respeto que nos debemos entre ciudadanos, hoy todos
vulnerables.
El parque está
bien cuidado, limpio, bien disfrutado y bien relajado. Los niños jugaron hasta
cansarse, fue cuando nos fuimos.
Puedes
checar,
www.festivaldelatierra.wordpress.com
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