Parque Fundidora.
El Parque
Fundidora, es un lugar extraordinario, en el centro de la Ciudad de Monterrey.
Es un espacio ecológico y cultural, disfrutado por muchas personas y que nació
de la extinción de una fábrica.
La Compañía
Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, existió durante 60 años. Ahí fabricaban
piezas de fierro y acero, no planos, como rieles, alambrón y varilla corrugada.
Muchos edificios y construcciones modernas en México, tuvieron el origen de sus
materiales en la Fundidora. Miles de empleados circulaban por sus gigantescos y
ardientes hornos de fundición. Hacia los años 70, la adversidad llegó.
Problemas sindicales y deudas económicas llevaron a la quiebra a esta fábrica
en 1986.
Esta decadencia
dejó en el abandonó la gran extensión del parque industrial. Sus estructuras y
materiales, quedaron esparcidas por toda el área. A finales de los años 80,
comenzó el proyecto de hacer un parque ecológico, en este sitio. Se restauraron
los edificios y se construyó el centro de convenciones CINTERMEX. En el 2001, se
abrió al público con el concepto de museo de sitio de arqueología industrial. La
antigua escuela “Adolfo Prieto”, para los hijos de los operadores de la
Fundidora, fue alguna vez el Centro de Educación Artística “Alfonso Reyes” del
INBA.
Hubo carreras de
autos de la Serie CART, no recuerdo cuantas. Se corrían en el circuito que hoy
es la pista de atletismo y bicicletas. Existían ya, el Centro de las Artes y la
Cineteca-Fototeca, que por razones desconocidas, se cerraban durante la carrera.
Entre 2003 y 2007, se desarrolló el proyecto urbano de unir el parque a la
Macroplaza, y llegar hasta ahí, en bote, sobre un río artificial, llamado Paseo
Santa Lucía.
Hace poco,
nosotros caminamos por la orilla del río y llegamos al Barrio Antiguo. Unos metros
adelante están los murales en mosaico de Gerardo Cantú y más adelante, La
Lagartera, un muelle escultórico de Francisco Toledo. Ahí se puede desembarcar y acceder a Museo de
Historia Mexicana y al Museo del Noreste o seguir caminando hasta el centro de
la ciudad.
Hablar del Parque
Fundidora y sus atracciones, será motivo de varias reseñas. En muchas
ocasiones, hemos disfrutado sus exposiciones y sus fuentes. Hemos visitado el Museo
Acero y deambulado por el Horno 3. En un paseo reciente, nos acompañaron
nuestros primos y a ellos les encantan los paseos en exteriores. Comimos en el
restaurante Lingote y luego nos fuimos a visitar el Parque de los Loros. Hay
una tirolesa y nos sorprendimos cuando Iker de 4 años se deslizó a través de
ella, con gran seguridad. Todos nos lanzamos felices, porque han creado una
reserva natural sobre una presa, que se aprecia muy bien en el recorrido por la
tirolesa.
Caminamos por los
jardines de la Fundidora y los niños pudieron trepar por esculturas
monumentales, juegos y antiguas piezas de maquinaria para la fundición. Hay
tanto que hacer en Fundidora, que cada fin de semana se puede planear una
actividad diferente.
Se agradece que
existan lugares así. Hay una sensación de libertad y seguridad, que nace de la
complicidad de las familias que parecen despreocupadas, mientras los niños
corren y se derrumban en un prado verde, bajo el cielo azul y el calorón del
verano.
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